martes, 11 de diciembre de 2012

60º Relato: Nuestra lactancia es cosa de tres

Si algo tenía claro cuando estaba embarazada es que quería dar de mamar a mi hija. Cuando Carmen nació, por cesárea ya que tuvo un par de bradicardias graves, se la dieron a su papi y me esperaron en la habitación. En cuanto llegué la pusieron sobre mí para que nos conociéramos y pude sentir como mi hija reptaba hasta mi pecho. Carmen tenía un instinto de succión muy marcado y yo no tenía pezón. La enfermera mandó a mi marido a por unas pezoneras y me estuvo ayudando a saber colocar a la nena. En diez minutos que tardé en tener las pezoneras, mi hija me había destrozado el pecho y lo tenía lleno de hematomas. Esa fue mi rutina: hematomas, grietas, sangrados, hipersensibilidad… Unido a la lactancia a demanda en la que Carmen podía pedir cada media hora, engancharse una hora… mi vida era monotema: la teta. Pero lo que lo agravaba era el hecho de falta de comprensión de la gente que me rodeaba, porque la LM es maravillosa y no entendían que para mí fuera algo horrible. Eso sí, nunca estuve sola: mi marido me apoyó en todo momento, ayudándome, consolándome, dando ideas, pero sobre todo aceptando mis decisiones sin juzgarme. A los dos meses me planteé que no podía más con la teta, y pensé en dejarlo, pero algo hizo que mejorara de dolor y continué. A los cuatro meses, seguía con los mismos problemas: hematomas, destrozo del tejido interno de la mama por la succión de mi hija, dolores y pinchazos incluso en reposo…. ¡No! Ya no podía más, no había disfrutado ni un solo día de la lactancia con mi hija, para mí eso era una simple forma de alimentación y sufrimiento por lo que decidí que había llegado a su fin, no iba a sufrir más. Acudí a la matrona del centro de salud, me dijo que si yo quería seguir con la LM que lo volviera a intentar, me ayudó, me dijo como ponerla, qué evitar, como tratar bien el pecho…. Me dijo todo lo que ya sabía pero me dio algo que no había tenido hasta ese momento, el reconocimiento de que lo estaba haciendo bien y de que la LM era algo duro y yo no era un caso aislado. No puedo decir que disfrutara a partir de ese momento, pero dejé de sufrir, que ya era bastante. Me incorporé al trabajo y opté por extraerme la leche para continuar con la LM, así que, otro engorro. Poco a poco, empecé a sentirme cómoda y puedo decir que a partir de los nueve meses empecé a disfrutar de la LM. Ha día de hoy (tenemos ya casi dos años) seguimos teteando juntos (la nena, papá y mamá) y tengo claro que la dejaremos cuando los tres creamos que es el momento, eso sí, es maravilloso ver esa carita con ese brillo en los ojos cuando toca la hora de la teti o ver como mi hija le da la teti a sus muñecos cuando cree que tienen hambre. Yo, que he renegado de la LM ahora puedo decir que tenemos una LM satisfactoria, eso sí, no he olvidado el dolor y sufrimiento pasado, pero unidos, hemos conseguido que sea algo precioso y pase a ser nuestro momento, en el que la nena se relaja, mami la acuna desconectando de lo que nos rodea y papi se encarga de que todo nuestro alrededor esté acorde a nuestros necesidades, disfrutando del momento.