martes, 19 de junio de 2012

52º Relato: Esperanza

Y aquí estoy en la sala de neonatos con Albar, mi pequeño bebé. Sobre mi pecho, piel con piel noto su respiración rápida y delicada. Su carita relajada me da un poco de tranquilidad… En mi pensamiento se agolpan imágenes de lo sucedido semanas atrás y una lluvia de razones, explicaciones y justificaciones, las acompañan. Me pierdo. Nada me vale, nada me sirve. Todo me turba, todo me espanta. La impotencia, la rabia, la culpa, la frustración me invaden. Como abriéndose camino en la oscuridad, una sensación poderosa surge de mis entrañas: la Esperanza de que mi niño despierte y busque mi pezón. Esos segundos en los que con su limitada fuerza engancha instintivamente la teta y mama apenas 3 ó 4 veces, son un auténtico regalo del Cielo. Hasta que la hazaña se repite, con mi nuevo acompañante, el Sacaleches, hago una lactancia diferente: empeño, paciencia, perseverancia, esmero y bonitas visualizaciones para energetizar la leche y el cuerpecito de mi pequeño y todas sus funciones. ¡Qué distinto fue con Nicolás!: nació, cogió la teta y hasta hace algunos meses no la soltó. Bueno, para alguna interferencia que surgió, las Madres de la Leche con su saber, su experiencia, su falta de prejuicios, su dedicación y su delicadeza me dieron el apoyo y la confianza que necesité. Y ahora están ahí, desde antes de nacer Albar. ¿Cómo puedo agradecer tanto? Poco a poco vamos ganando peso y consiguiendo pequeñas metas: más leche por boca, menos por sonda, menos pitidos del monitor, paso de la incubadora a la cunita En este camino extenuante, cuando del personal sanitario me llega un comentario simpático a favor de la teta, en ese momento, esa persona, es mi mejor amiga. ¡Cuánto tiempo con el corazón roto!: de día por no estar con Nicolás, de noche por no tener a Albar. El resto de mi cuerpo va sanando sus heridas, mis mamas van adquiriendo turgencia. “Mi talismán es mi Esencia” Y entre el maremágnum de vivencias y sentimientos, el gran deseo familiar: llegar a casa, dormir los cuatro juntos… y Querernos. Nicolás ya ha prestado generosamente la leche de “sus tetas” a su hermanito chiquitín. Pronto, se las brindará íntegramente, o al menos una de ellas, o quizás las compartan. Paco, el “papá de los papases”: mi amparo, mi sustento, mi protección, mi amor. Gracias, gracias, gracias y más gracias.

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