martes, 18 de octubre de 2011

15º Relato: Tetas e Instinto

Mi lactancia comenzó por revancha. Estaba tan triste y desilusionada por el nacimiento que le di a mi hija que me propuse no fallarle en la lactancia.
Durante mi embarazo preparé más mi parto que mi lactancia. Pensé que lo segundo sería coser y cantar y casi no le di importancia. Fácil fue, pero tienes que estar muy segura para que los elementos externos no te afecten. Porque a esos "elementos" no le vale con no poder numerar un percentil por sobrepasar el 97. No le vale una lactancia de 17 meses -tiempo muy superior a las lactancias acumuladas a lo largo de 3 vidas de mucha gente-
Cierto es que no tuve la misma preparación, pero sí tenía una fuerte determinación. No había un plan B. No había lugar para el fracaso. En esto no.
Desde que me trajeron a mi niña - unas horas después de nacer- mi pecho fue su nuevo hogar. Y ella lo puso muy fácil, esperando a llegar a él antes de caer en su primer sueño. Opté por no dejarla en la cuna... la desnudé y me desnudé y volvimos a ser uno y así pasamos las siguientes horas... se despertaba y tenía su teta con un pequeño giro de cabeza. Yo no pude dormir. Solo la observaba.
Llegaron las visitas y Celia seguía encima de mí. Ambas vestidas ya. Pero su apetito era bueno y yo deseaba ponérmela al pecho. Recuerdo mi pudor a dar teta delante de la gente y mi marido se dedicaba a echarlos cada dos por tres.
Ésa misma noche, notaba cierta quemazón en el pecho. Por la mañana dolía más. Ella no se enganchaba bien. Su labio de abajo no se doblaba hacia fuera. Cuando corregía su posición aunque duraba muy poco de forma correcta, notaba alivio casi instantáneo, alivio breve pero que me enseñaba el camino correcto.
Parece ser que la leche me subió a los 2 días, subida que no noté en absoluto. La enfermera me preguntó si me había subido y yo le dije que no lo sabía. Apretó mi pezón y me lo confirmó -¡menudo chorro!-. Jamás noté esa congestión en el pecho ni fiebre ni nada. Eso sí, no podía estar mucho tiempo separada de ella pues mi pecho se resentía. Y si mi cuerpo así lo pedía, tendría que hacer el maravilloso sacrificio de llevarla siempre encima.
Debido a ese mal enganche, mis pezones, que si bien no llegaron a agrietarse, se resentían cada vez más. Convirtió el comienzo de la tetada en algo poco agradable. Me sorprendí retirándome instintivamente a la par que ella se acercaba a mi pecho. Dolía mucho. Mi propia leche restregada no tenía el efecto deseado y recurrí a la lanolina.
Llegué a desesperarme y a pensar en retirarme, pero observar su cabeza aún deformada por la ventosa me inyectaba de moral.
Y continuamos unidas por nuestro nuevo cordón umbilical.
Yo aún no lo sabía, pero estaba llevando a cabo eso del "establecimiento de la lactancia". No sabía nombrarlo, pero sentía que debía ser así.
A las tres semanas ella mamaba perfectamente y mis pezones dejaron de doler.

Alrededor de los dos meses, hubo un hecho extraño para mí entonces. Celia no paraba de mamar. Estuvo todo el día a la teta. Dormía poco y se despertaba hambrienta. Durante varias horas espaciaba el comienzo de una toma con el final de otra tan solo 30 minutos. No pude quitarme el pijama en todo el día. El tiempo de descanso lo empleaba en dormir, cambiarla y pedir comida a domicilio... Podría haber pedido ayuda, pero algo me decía que estábamos mejor así.
Posteriormente me enteré de que ese día raro tenía un nombre: Crisis de Crecimiento.
Tras esa hubo varias más, pero me las tomé con tranquilidad pues sabía que no eran eternas.
Pasados los dos meses comenzó a volverse intranquila y quejicosa por la tarde-noche. ¿Gases? ¿cólicos? ¿crisis de crecimiento? fuere lo que fuere solo le calmaba mi teta... siempre la llevaba en la bandolera, siempre pegada a mí y mi teta al aire. Me sentía tan feliz pese a su llanto. Poco más podía hacer por ella que darle mi amor y mi leche. Y así sobrevivimos a 5 meses de llantos nocturnos sin identificar, curados única y exclusivamente por mi teta y el tiempo.
He de confesar que tuve varias noches desesperantes, pero mi marido me ha ayudado mucho a recordar la leona que llevaba dentro.
Después de todo, no fueron 6 meses de lactancia, están siendo 17 meses. Y lo que nos queda. Ahora comenzaré a informarme sobre la lactancia en tándem, por si las moscas...
Durante este tiempo, pese a que mi hija ha tenido el peso muy por encima de la media, he tenido que soportar muchos comentarios acerca del “hambre” que pasaba mi niña. Ella me lo puso fácil, era comilona, engordaba bien. No me dio opción a pensar que algo podía ir mal. Pero tengo casos muy cercanos de abandono de lactancia porque su bebé no llegaba los valores “normales” en la gráfica – sí, esa gráfica que vale tanto para bebés alimentados con leche de fórmula como por los alimentados con leche materna-. Esa “ayudita” hirió de muerte a la teta. No se tuvo en cuenta más factores.
Además Celia también me puso fácil el hecho de no aceptar bien el biberón –con mi leche, por supuesto- , puede que porque intentamos darle el primero a partir del segundo mes…
Sentir su boca bebiendo vida, sus manos que acarician mi pecho paralizándome el corazón y sus ojos mirándome directamente al alma, es la sensación más maravillosa que jamás he podido imaginar.
Me hubiese gustado estar más informada para entender mejor y aceptar ciertas cosas, pero pienso que la mejor formación para la lactancia es la que viene de serie. Tus tetas y tu instinto.

CLC

5 comentarios:

  1. Me encantaría compartir aquí mi experiencia con la lactancia. Este es mi relato:
    http://unamiradaalotrolado.com/2011/10/09/el-mejor-de-los-regalos-mi-lactancia-despues-de-una-cesarea/

    Podéis reproducirlo aquí si queréis.
    Muy buena iniciativa. Un saludo

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. ¿cómo puedo relatar mi experiencia?
    No sé donde he de escribir

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  4. Puedes enviarlo a besosybrazos@gmail.com
    Será un placer publicarlo!!!

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  5. Gracias, ya lo he enviado. Muchas gracias!

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