jueves, 27 de octubre de 2011

23º Relato: Rica Teta!

Cuando estaba embarazada jamás se me pasó por la cabeza que no pudiera dar de mamar. Inconcebible. Tal vez porque en mi familia materna la teta siempre se ha visto como lo más normal y lo más bello. Mi mamá tuvo cuatro hijos y a todos nos dio teta más de dos años, bueno, excepto a una de mis hermanas porque volvió a quedar embarazada cuando la beba tenía 6 meses de edad y la lactancia en tándem era desconocida en esa época. Yo, siendo la mayor, siempre había oído que la teta es lo máximo, que la teta es amor, reconforta, cura y calma y que es lo más delicioso del mundo, así que lo más natural era pensar que yo también iba a dar teta. Y creo que esa actitud fue la que nos salvó la lactancia.
Mi hijo nació por cesárea después de 18 horas de contracciones porque su cabeza era muy grande y no encajaba en mi pelvis. La anestesia fue parcial así que lo vi apenas lo sacaron, pero la costumbre era llevárselo para pesarlo y hacerle exámenes y traérmelo cuando se me pasara la anestesia. Afortunadamente la mayor parte de ese tiempo se lo dieron a mi esposo, así que mi pobre bebé estuvo poco tiempo con desconocidos. Cuando me lo trajeron, dos o tres horas después de nacer estaba tan cansada y tan feliz que lo acurruqué conmigo y nos dormimos los dos. No se me ocurrió ponérmelo a la teta, nadie me dijo que tenía que ponérmelo a la teta lo más pronto posible. En algún momento mientras estaba dormida vino una enfermera, me sacó la teta, me apretó y vio que salió calostro y dijo “todo está bien” y se fue. Nosotros seguimos durmiendo.
A la mañana siguiente le traté de dar teta pero él estaba demasiado dormido, no lo lograba despertar. Llamé a la enfermera y ella tampoco pudo despertarlo y se lo llevó. Al rato me lo trajeron, me dijeron que le habían dado leche de fórmula con una cuchara o un gotero, que se la había tomado pero que no le había gustado.
En mi país (Costa Rica) las campañas de salud pública son muy buenas. Le machacan a la gente las cosas: “lactancia materna en exclusiva hasta los seis meses y luego se debe mantener hasta los dos años” te lo dicen tanto que cansa. Así que cuando la enfermera me dijo que no le había gustado la leche de fórmula no le creí, pensé que me lo decía para que yo siguiera intentando con la teta y pensé, esta no sabe que no necesita esos trucos conmigo.
Al poco rato mi hijo vomitó la leche que le habían dado. A los pocos días nos dimos cuenta que era intolerante a la lactosa igual que mi esposo, porque ni siquiera yo podía consumir lácteos porque le llegaban a él a través de la leche materna y lloraba de dolor de panza. Fue entonces que finalmente le creí a esa enfermera.
Pasé todo ese día intentando que cogiera la teta. Le hablaba y le decía que la teta es lo más rico que hay, que la teta es amor de mamá, que le iba a gustar mucho, que lo íbamos a disfrutar, no sé que más le decía, pero sé que no paraba a de hablarle para convencerlo. Pasaban las horas y pedí que le dieran más leche de fórmula porque me daba miedo que se le bajara el azúcar por no comer. Me volvieron a decir que no le gustó, la volvió a vomitar.
Finalmente tarde en la noche, casi 24 horas después de haber nacido, cogió la teta. Cuando llamé a mi mamá para contarle soltó un gran suspiro de alivio y yo no entendí porqué, si la teta la tenía que coger en algún momento, ¿no? Ahora me doy cuenta de que no, ahora conozco muchas historias de lactancias fracasadas y le doy gracias a Dios de que la nuestra funcionara.
A partir de ahí no tuvimos ningún problema. Ni pezones agrietados, ni doloridos, ni mastitis. Mi leche salía a chorros, goteaba cuando me bañaba. Mi bebé engordó al mismo ritmo que yo perdía peso. Así perdí los muchos kilos de más que gané en el embarazo. Durante los primeros días mi esposo fue un gran apoyo, me cocinaba cosas ricas, se encargó completamente de la casa. Luego siguió siendo un apoyo, cuidaba al bebé para que yo repusiera sueños y siempre ha estado ahí para los dos.
Cuando regresé a trabajar no tuve problema. A la hora del almuerzo me sacaba la leche, me salía a chorros, me sacaba 10 onzas o hasta más. Regresaba a la casa a las 2 o 3pm y terminaba mi trabajo desde ahí. La leche que me había sacado se la daban mi mamá o mi hermana durante la mañana siguiente. Pero era tanta leche que alguna la congelábamos y llegamos a tener una reserva grande.
Cuando mi hijo entró a la guardería con un año de edad, una médico le hizo una revisión y me dijo que sólo tenía que tomar teta tres veces al día. Yo saqué cuentas y calculé que tomaba unas seis o siete veces, me sorprendí pero seguí dándole igual: ¡a demanda! A la guardería le llevaba un chupón (biberón) con mi leche y se lo daban sin problema. Luego nos cambiamos de país, yo pasaba más tiempo con él, fue creciendo y adiós chupones.
Sólo cuando se le cariaron los dientes a los 18 meses suspendimos las tomas nocturnas, pero durante el día seguíamos todas las veces que él quisiera.
Así seguimos hasta que cumplió dos años de edad. Y entonces dejó de pedirme teta. Yo sabía que era decisión de él, sabía que era el momento y estaba preparada. Por un lado estaba feliz de recuperar mi cuerpo, y de poder usar toda la ropa que quisiera. Pero cuando veía bebés en la calle se me salían las lágrimas. Fueron meses muy muy duros para mí. Después leí que eso también es normal, que la madre pasa por un duelo cuando su hijo deja la teta. Mi cuerpo me pedía a gritos otro bebé, pero estaba (estoy) estudiando y no podía permitírmelo todavía.
Disfruté montones todas las etapas de nuestra lactancia, desde que era recién nacido y para que no llorara cuando le cambiábamos el pañal, yo le daba teta mientras mi esposo lo cambiaba. A veces pedía teta cuando íbamos en carro y ahí estaba yo como una equilibrista dándole teta en su silla hasta que se dormía (idea de mi hermana por cierto), quien sabe qué pensaban los que nos veían desde otros carros. Cuando tenía año y medio me pedía “¿teta?” y yo le decía “sí, vamos” y se iba marchando feliz para el cuarto “¡teta, teta, teta!”.
La teta curaba y hasta prevenía todos los males. El cambio de presión al despegar o aterrizar en un avión. El dolor de una caída. El dolor del pinchazo de una vacuna. Las molestias de la fiebre una vez que le dio neumonía. Yo le daba gracias a Dios de tener una forma de hacerlo sentir mejor. Hace dos noches la fiebre no lo dejaba dormir, se despertaba llorando cada media hora y yo pensaba, era más fácil cuando le daba teta.
Afortunadamente nunca escuché comentarios negativos sobre mi lactancia, ni miradas reprobatorias, ni en Costa Rica, ni en Alemania y eso que aquí dan teta sólo unos pocos meses. De todas maneras no me hubieran importado! Como nota curiosa, cuando llegué aquí fui a una ginecóloga para pedirle pastillas anticonceptivas y le dije que todavía daba de mamar (mi hijo tenía 15 meses) y se sorprendió de que tuviera la regla dando de mamar, ¡me impresionó tanto! Y este es un país desarrollado. Nunca entenderé como aquí las madres se toman el Elternzeit (tiempo para maternidad, un año sin trabajar recibiendo el 75% del salario) pero sólo dan teta por 5 o 6 meses.
Le agradezco a la seguridad social de mi país por sus campañas de lactancia. Por los consejos sobre la forma correcta en que debe estar la boca del bebé en el pezón. Por decirnos que a demanda significa barra libre como en los bares: cuando quiera, todo lo que quiera. Sé que sus campañas no son perfectas porque por ejemplo nunca me dijeron que tenía que ponerlo al pecho lo más pronto posible, ni nunca aclararon que tenía que ser a demanda todo el tiempo que durara la lactancia, pero creo que para un país en desarrollo no estamos tan mal.

1 comentario:

  1. ¡Qué relato tan lindo! En mi caso el comienzo también fue algo confuso, ya que yo tb estaba convencida de darle pecho pero tampoco caí en que debia ponerlo enseguida y que tenia que mamar muchas veces (aunque fuera poco tiempo). Casi fracasa la lactancia pero afortunadamente conseguimos establecerla y nos duró 23 meses!
    No sabia que en Alemania también dan poco tiempo el pecho, lo que si sabia es lo de que tenian una baja bastante larga y remunerada, que curioso...

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