martes, 11 de octubre de 2011

8º Relato: Desbordante

Mi niña nació el 29 de Octubre de 2010, tras 10 horas de parto doloroso y con mucho miedo... pero todo se olvidó en el mismo segundo en que mi marido me dijo llorando: "Es verdad, ya está fuera, míralo". Me la dejaron encima de mí y a los pocos minutos, antes de que le cortaran el cordón, ella ya se había cogido al pecho y mamaba como si lo llevara haciendo años. Se cogía con facilidad y cada poco tiempo, tanto es así que la leche ya me había subido a las 24 horas. Yo no sabía que podía ser tan rápido, así que le pregunté a la matrona si era posible. Me miró y me dijo que sí, que era ya la leche. Y por lo visto, en gran cantidad. Tenía los pechos durísimos y llenísimos. Me dolía cada vez que ella empezaba a mamar, los primeros segundos eran horribles. Pero, no sé, algo me decía que era normal, que sería así hasta que mis pechos de primeriza se acostumbraran. Y así fue durante muchos días.

Poco a poco, con la lactancia a demanda, realmente a demanda, gracias sobre todo al ejemplo de mi hermana, que había tenido a su niña tan sólo tres meses antes que yo, el dolor de los primeros segundos fue desapareciendo. Pero, yo seguía teniendo muchísima leche. Me sobraba. Libros, médicos y consejeras de todo tipo (fiables y no fiables), me decían que en unos meses se regularía y que hasta podría dejar de usar los discos protectores. La leche salía a chorro, mi niña a veces se atragantaba, y muchas veces tenía que apartarse y dejar salir el chorro durante un rato hasta que se volvía "dominable". Leía: "eso es que no se agarra bien". Pero, yo sabía que no era así, lo veía. Ella estaba en buena postura, tragaba, engordaba bien... Todo estaba bien, salvo la cantidad de mi leche, que parecía desbordarnos a las dos.
Nunca llueve a gusto de todos. Algunas mujeres se quejan de poca leche, y yo estaba preocupándome porque tenía demasiada. Llegué a consultar por si podía tener algún exceso de hormonas de algún tipo, o defecto, o algo que no funcionara bien en mi organismo...
Mi médico fue tan condescendiente de pedir unos análisis para que me miraran los niveles de oxitocina. No llegué a hacérmelos.
Antes me entró la cordura.
Me paré a pensar, o mejor dicho, a sentir lo que estaba sucediendo. Mi niña crece bien, come bien, le encanta ponerse al pecho. Ella disfruta, yo disfruto enormemente de la lactancia. La máxima molestia de todo esto es que me mojo la ropa, o las sábanas por la noche, que tengo que gastar más de lo esperado en discos de lactancia... Eso son males menores que estoy dispuesta a soportar. Me relajé.
Cuando había demasiada leche en un pecho, me sacaba voluntariamente un poco a mano (millones de veces más fácil, en mi caso, que con el sacaleches. Con apretar un poco salían los chorros como estertores), en vistas a evitar alguna posible mastitis.

Los meses de "demasiada" leche han sido en total 10, y los discos no he podido dejar de usarlos. Esto no es una queja, y ahora veréis porqué.
Sigo notando la "subida" de la leche, en los dos pechos, cada vez que mi niña se coge al pecho y mama con fuerza (si no es para "comer", la cosa es más suave), como si fuera un calambre, una pequeña descarga eléctrica, ligeramente dolorosa. Sería dolorosa sino fuera por las connotaciones tan hermosas que tiene esa sensación... Mi leche es lo que más le gusta a mi niña (de momento). Y a mí, sinceramente, me encanta verla mamar, notar la leche saliendo de mis pechos a borbotones. Incluso, hace poco he reconocido que me encanta (a mi niña también) verla caer. Me gusta notar la sensación de "chorrear", lo que hace unos meses me preocupaba porque "parecía" excesivo, ahora reconozco que me gusta. Me gusta ese exceso de leche, que sobre, que se me salga, que se moje el sujetador y que a veces los discos sigan sin dar abasto. Hasta tal punto que a veces me permito el lujo de ir sin discos y sin sujetador, totalmente desmelenada, para notar ese placer. Es como si fuese una tierra fértil... No importa que la ropa se manche (estoy en casa, nadie me ve, a nadie molesto), la ropa se lava... ¡Y el olor de la leche es tan agradable! Es reconfortante hasta para mí.
Un día tenía un bajón de ánimo terrible y me eché a llorar encima de la cama desconsolada. Estaba agotada de dormir poco y mal, de no rendir en casa, de las exigencias cada vez mayores de la niña, y algún otro problema emocional que se cuela por las rendijas de una madre agotada... Mi rostro fue a parar encima de una mancha de leche inevitable en las sábanas (colecho y lactancia nocturna), y ese olor dulzón evocador de tanta ternura y protección me calmó al instante. Como si fuese mi propio alimento. El olor de mi propia leche me consoló... Entendí la carita que pone mi niña cuando está cansada o asustada y le ofrezco el pecho, sin otro motivo, y ella da un suspiro de alivio y tranquilidad absoluta. Entendí las risas y la cara de felicidad cuando tiene hambre y le ofrezco el pecho. Entendí que sea un universo tan completo para ella, es alimento, es casa, es compañía, es TODO, todo lo bueno, todo lo que le da seguridad, todo lo que materializa el amor que su madre le ofrece, siempre que ella lo quiere, siempre que lo necesita, sin horarios, sin pararme a pensar si es la hora adecuada, o si sus motivos son razonables o no desde el punto de vista adulto, y ya ni siquiera si la cantidad es la adecuada...

Mucha. Mucha suerte es la que tenemos las dos. A punto de cumplir el año, las dos seguimos en nuestro paraíso lácteo. Chorreando. Disfrutando de ir mojadas (ella en los pañales y yo en el sujetador), sin importarnos a ninguna si eso está bien visto, si es civilizado o si es lo normal…

3 comentarios:

  1. Lo has bordado, qué barbaridad!!!
    Nunca habia leido nada igual, OLE, OLE y OLE!!!

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  2. yo también tenía leche a chorros, y tuve que usar discos protectores los dos años que duró la lactancia de mi hijo, recuerdo que cuando me duchaba la leche goteaba de mis pechos y mojaba todo el cuarto de baño, mi hermana dice que los chorros de leche que le salían no dejaban que mi sobrina agarrara la teta hasta que bajaban un poco.
    Bendita leche llena de vida! me alegro que dejaras de preocuparte por eso!

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  3. Silvia, si te animas, puedes enviar tu relato a besosybrazos@gmail.com Lo publicaremos también, vale?

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