sábado, 12 de mayo de 2012

46º Relato: Tras cesárea programada...

Mientras estaba embarazada, no me preocupé mucho de buscar información sobre la lactancia, pues yo pensaba que todo era teta - niño y que no podría haber ningún problema de posición. Además, por otro lado tampoco es que estuviera muy convencida de poder darle el pecho mucho tiempo, pues yo creía que como tenía poco pecho (de tamaño me refiero), pues no tendría mucha leche, añadiendo que mi madre nos dió el pecho sólo la cuarentena tanto a mi hermano como a mí. Lo que si sabía es que el pecho se daba a demanda y eso sí lo entendía bien, a demanda es a demanda, no hay reloj, ya pensaba yo que mi abuela no andaba mirando el reloj, así que por lo menos lo de las tres horas tenía claro que era una tontería… con eso, ya me creía que estaba más que lista para darle el pecho a mi hijo el poco tiempo que pensaba que le podría dar. Pues bien, mi hijo vino al mundo un martes por cesárea programada porque venía de culo y no tenía mucho espacio para poder darse la vuelta, y aunque él no se dió la vuelta sí vino a dar la vuelta a todo lo que yo pensaba sobre lactancia y crianza, vamos que puso mis ideas patas arriba. Como ya he dicho, nació por cesárea programada, con lo cual ni se pusieron en juego todas las hormonas necesarias para que naciera, ni me lo pusieron al pecho nada más nacer, pues yo estuve sin él 5 horas en la sala de reanimación, tras su nacimiento y con esto ya empieza mi odisea con la lactancia. Cuando me subieron a planta mi marido me puso al niño encima de mí y empezamos a intentar que se cogiera al pecho; primer problema: pezones planos, ya empezaron a intentar sacármelos con una jeringa; segundo problema: si alguna vez se enganchaba yo me encogía de dolor, porque me daban los entuertos y me dolía la herida, así que el comienzo no fue precisamente un camino de rosas. Mi hijo es muy tranquilo desde su nacimiento y llora muy poco también y la verdad es que aunque me lo ponía al pecho, no era porque el llorara, porque no lo hacía, él sólo dormía. Esa noche empezó a llorar de hambre y como no se enganchaba bien, le dieron un poco de biberon. Al día siguiente seguimos con lo mismo del día anterior, y el jueves un poco más de lo mismo, con la diferencia de que me subió la leche y entonces se me pusieron las tetas muy duras y ya sí que estaba difícil que mamara. Entonces me saqué la leche, pero la tenía que tirar porque el sacaleches era del hospital y no tenía recipientes donde pudiera guardar la leche. Así que ya llevaba dos día mi niño sin comer bien, porque tampoco es que comiera mucho biberón, se pasaba casi todo el día con un sorbo de leche, así que me dijeron que como el niño estaba muy tranquilo, quería hacerle unas pruebas para ver que todo era normal y que no le pasaba nada. Ahí ya me asusté del todo y cuando el pediatra me dijo que lo que tenía era un niño tranquilo y poco llorón, la que empezó a llorar desconsoladamente fui yo, pero de alivio, porque ya me había puesto en lo peor. Lo que sí me dijo es que si él no pedía debía darle cada tres horas, por lo menos por el día, porque si no podíamos entrar en un círculo, si el niño no come, no tiene fuerzas y entonces no puede ni llorar, ni mamar y estaría cada vez más débil, así que desde entonces yo cada tres horas lo ponía al pecho y si no quería cogerse, pues un poco de leche con una jeringuilla. Así llegamos al sábado que es cuando me dieron el alta, y como mi marido ya me había comprado un sacaleches, ahora lo que hacía era intentar darle el pecho cada tres horas, y si no se enganchaba darle de mi leche en la jeringuilla, así descubrí que por lo menos le gustaba mi leche y lo que no sabía era cogerse al pecho. Esto me supuso otro llanto, pues yo pensaba que no le gustaba. A partir de entonces empecé a preocuparme por buscar información y descubrí que debía de ponérmelo piel con piel y en una habitación tranquila y a oscuras.. así lo hice y al segundo día de hacerlo, empezó a engancharse que ya no ha parado en sus doce meses. Después vinieron algunos problemillas más, pero esos se resolvieron con el libro que me dio a conocer al gran Carlos González, "Un regalo para toda la vida". Es un libro que recomiendo a toda mujer que quiera dar el pecho, para que se le quiten todas las posibles dudas. Muchas gracias por la lectura y ánimo a todas las madres, porque sé que todas hacemos lo que creemos mejor para nuestros hijos.

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