domingo, 6 de noviembre de 2011

31º Relato: Lactancias Maravillosas

Soy madre de dos hijos de 6 y 2 años. Siempre tuve claro que amamantaría a mis hijos y estaba convencida de que sería fácil. El parto de mi primera hija no fue ni mucho menos como lo esperaba. Se empeñaron en provocarme el parto a cumplir la semana 40 sin ningún motivo y a partir de ahí todo fue equivocado; enema, rotura de bolsa para conectar el monitor y oxitocina y un empeño furibundo de la matrona por ponerme una epidural que yo no necesitaba… Después de ponerme la epidural mi cuerpo se negó a parir. Por más que aumentaban la dosis de oxitocina, las contracciones se iban parando con lo que al final mi parto terminó en cesárea. Yo desconocía el sexo del bebé y cuando lo sacaron de mi vientre el anestesista se apiadó de mí y les pidió a los médicos que me dejaran verlo aunque fuera un momentito. Era preciosa, era una niña, como insistía su padre.

En cuanto la apartaron de mí me puse a llorar: yo deseaba abrazarla, tenerla pegadita a mí, olerla… No sé cuánto tiempo pasó hasta que me subieron a la habitación y la trajeron a ella. Recuerdo que la enfermera que la trajo me preguntó si le iba a dar el pecho y al decir yo que sí me dijo: ¡pues ya puedes ir empezando! Veía las estrellas por la cesárea al girarme en la cama pero ella se enganchó bien y no tuve ningún problema ese día ni los posteriores salvo pequeñas heriditas que curaron pronto y eso que las enfermeras me asustaron porque decían que mis pezones estaban invertidos pero a mi hija no parecía suponerle ningún problema. A lo cinco días nos fuimos a casa y estaba absolutamente feliz de estar allí con mi niña preciosa. No me enteré de la subida de la leche, ella engordaba y yo adoraba sentir que mi hija se alimentaba de mí.

A los diez días del parto tuve una mastitis salvaje, 40 de fiebre, los pechos a reventar, pero con un antibiótico específico y sacándome un poco de leche se solucionó enseguida. Ella mamó hasta los ocho meses y prácticamente se destetó sola. Hoy creo que se debió a que le interesaba más la comida sólida y cuando la ponía a mamar ella ya estaba llena. El caso es que fue perdiendo el interés y poco a poco lo dejamos.

Con mi segundo hijo todo fue distinto. Nació en un parto respetado, maravilloso, en medio de un relax, con un entorno totalmente íntimo, no lo separaron de mí ni un instante después de nacer y tampoco tuve problemas para iniciar la lactancia. A los dos días estábamos en casa y todo fue también facilísimo. Ahora tiene dos años y se ha destetado sólo a los 19 meses. Para él ha sido fácil, para mí no tanto. Sé que no voy a tener más hijos y no puedo evitar sentirme triste al pensar que no voy a volver a disfrutar del privilegio de tener un bebé al pecho, de ver sus caritas mientras maman.

Como veis, he podido disfrutar de dos maravillosas lactancias con dos partos totalmente distintos, es posible que el no separar al bebé de la madre facilite el comienzo de la lactancia pero yo no tuve problemas a pesar de las casi dos horas que tardé en tener a mi hija en brazos. Dar de mamar me ha proporcionado, lejos de lo que otras madres cuentan, muchísima libertad y mucho placer. He viajado con mis bebés de pocos meses sin preocuparme de sus comidas, porque siempre estaba preparada y calentita, he dado de mamar en restaurantes, museos, en lo alto de una montaña, en el metro y en los aviones, visitando una cueva, en la playa… y en todas esas ocasiones no he podido evitar sentirme orgullosa y convencida de estar haciendo lo mejor para mis hijos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario