lunes, 14 de noviembre de 2011

34º Relato: La importancia de la ayuda

Pablo nació después de 20 horas en un parto con epidural y antibióticos. La primera hora y media se lo llevaron a la incubadora pues el neonatólogo dijo que tenía el llanto quejumbroso y necesitaba oxígeno. Cuando lo trajeron lo puse al pecho pero no se enganchaba, como yo había leído que los niños nacían con reservas y al principio no necesitaban mamar no me preocupé. Al día siguiente se enganchó al pecho y desde las primeras tomas empezó a dolerme y a sangrarme el pezón, me fué haciendo heridas en la areola, moratones y en tres días el dolor se hizo insoportable, sentía que me clavaban miles de alfileres en los pezones, me aguantaba para no gritar y a veces no podía reprimir el llanto, Pablo quería mamar cada dos horas y yo temía el momento en que eso llegara, pues lo tenía una hora al pecho, a veces se me quedaba chupando el pecho muy deprisa pero no parecía que tragara, yo creía que si estaba al pecho era porque lo necesitaba y soportaba "la tortura", le cogí miedo, y me sentía muy deprimida pues creía que no podría soportarlo durante mucho tiempo más, pero yo quería darle el pecho a mi hijo, me sentía culpable por pensar en rendirme, pero estaba desesperada.
Afortunadamente era verano por lo que estaba en casa con el pecho al aire continuamente, no podía imaginar como hubiera podido aguantar en invierno algo así. Una amiga, Diana Sánchez, que sabía mucho sobre el tema me ayudó recomendandome que llamara a una monitora de lactancia y a un investigador que estaba trabajando con bacterias probioticas. La primera me explicó por teléfono como enganchar al niño y me recomendó un servicio de asesoría de lactancia en el 12 de Octubre donde me ayudaron con el enganche, ahí me di cuenta de que no era suficiente haber leído libros sobre el tema, era importantisimo que te enseñaran el enganche de forma presencial. En el hospital lo único que me dijeron era que si quería que le dieran al niño un biberón de refuerzo, no me explicaron nada en ningún momento, yo rechacé el biberón, pues sabía que eso precisamente no iba a ayudarnos.
El segundo me explicó que al haber tenido un parto con antibióticos la flora de mi pecho había cambiado y había surgido una infección y me dió probióticos.
Gracias a las dos cosas, pues yo creo que mi problema se debió tanto a la infección como a que yo no sabía poner al niño al pecho, me ayudaron mucho y poco a poco empezó a ser cada vez mejor.
La primera semana fué la peor, a los quince días de dar a luz se hizo soportable dar de mamar y al mes la cosa mejoró más, aunque hasta el mes y medio no se convirtió en una simple molestia sin importancia. Hoy Pablo tiene cuatro meses y si pasa mucho tiempo sin mamar lo echo de menos! Es una experiencia maravillosa e íntima que disfruto. Me alegro de haber sido fuerte y haber aguantado, ahora el dolor ya no está y merece la pena haber pasado por esos malos momentos para conseguir darle el pecho, aunque entiendo que hay otras mujeres que no tienen la suerte de recibir la ayuda que yo recibí y se rindan.

Rosario

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