jueves, 24 de noviembre de 2011

37º Relato: Dos lactancias bien distintas

Mi hija Luna nació en el hospital de Getafe en marzo del 2007. Mi idea
era darle el pecho, pero era una idea un tanto etérea. Mi madre no
había podido darme el pecho a mí porque tenía pezón plano, y yo
también lo tengo, así que si se enganchaba, bien, pero si no no iba a
comerme la cabeza.
Nada más nacer quise ponerla al pecho, porque sabía que los primeros
minutos eran cruciales, pero la gente que me atendió se reía de mí y
me decían que esperara, que cuando volviera a la habitación se lo
podría dar.
Al llegar allí intenté que se enganchara y fue imposible. Pedí ayuda y
alguien de paso me tiró 2 pezoneras a la cama. Yo ni siquiera sabía
que eran dos, estaban una dentro de la otra y allá que me puse las dos
en la teta. Y mi pobre hija encima se enganchó, y mamó.
Al día siguiente pedí que me trajeran de casa unas pezoneras finitas y
blanditas que yo había comprado antes del parto. Ahora sé que son las
que se recomiendan en caso de necesitarlas, para eso tuve suerte.
Durante el tiempo que estuve en el hospital pedí ayuda para amamantar
a mi hija, ya que no se enganchaba nada más que con pezoneras, y no
aguantaba las famosas 3 horas, sobre todo por la noche.
Vino una enfermera, me manipuló y pellizcó el pezón de forma muy
dolorosa y me dijo que cómo se iba a enganchar la niña, si no tenía
pezón y apenas me salía leche...
En la mesita de la habitación tenía un folleto que me entregaron sobre
lactancia materna. Al final venían unos teléfonos de monitoras de La
liga de la leche. Yo pensé que ni muerta llamaba yo de nuevo a nadie
para que me pellizcara las tetas, que ya me apañaría.
Estuve amamantando a Luna con pezoneras unas 3 semanas, pero al cuarto
día o así ya le había dado algún biberón. Me resistía a quitarle el
pecho, pero los "ánimos" de la familia y el nulo apoyo de los
profesionales hicieron que mi lactancia no llegara al mes de duración.
Y mi falta de información y previsión, por supuesto, pero no pensaba
yo que hubiera que hacer un master para superar las dificultades al
amamantar a tus hijos.

Para el segundo ya no dejé nada al azar. Antes de quedarme embarazada
de Álex me había leído y releído todo lo publicado sobre lactancia
materna. Me lo sabía todo al dedillo, y lo más importante, sabía que
iba a ser capaz de amamantar a mi hijo.
Álex nació en casa y no hubo manera de que se enganchara al pecho, de
nuevo mis pezones planos.
Mi matrona, mi ángel de la guarda, me enseñó a sacarme el calostro con
las manos y guardarlo en una jeringuilla mientras mi niño dormía.
Cuando se despertaba le daba los poco mililitros que me sacaba y le
ponía a mamar. Cuando se dormía volvía a empezar el proceso. Así
estuve hasta que me subió la leche, que entonces me sacaba con el
sacaleches. Al final conseguí que Alex sacara la leche por él mismo,
aunque fuera con pezoneras.
Y tranquilamente seguimos así nuestra lactancia, hasta que con un mes
y una semana se enganchó sin pezoneras. Ahora tiene 20 meses y coge la
teta y se la lleva a la boca como si fuera un bocadillo.
Lo más importante cuando tienes dificultades es tener la seguridad de
que esa persona a la que pides ayuda sabe lo que hace.
Los profesionales de los hospitales necesitan formación. Con esto se
salvarían muchas lactancias.
Últimamente he colaborado con mi experiencia en cursos de formación
sobre lactancia materna a profesionales, espero que nadie reciba como
ayuda lo que recibí yo en mi primer parto, y sin embargo, cualquiera
pueda tener a su alcance alguien con la paciencia y el saber hacer que
tuvo mi matrona, Graciela Pérez, para enseñarme a ayudar a mi hijo a
mamar. Nunca estaré lo suficientemente agradecida.

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