domingo, 20 de noviembre de 2011

35º Relato: Merece la pena

Dylan nació en casa y yo terminé agotada, pero nada más abrazarlo, con el cordón todavía latente, me recuperé.
Entonces, una de las comadronas me alentó a ponerlo a mamar y, voilà, el pezón se escurrió en su boquita como si estuviera hecho a medida…
Yo pensaba ‘de aquí no sale nada’…, pero él poco a poco se iba relajando, encontrando su espacio en este mundo al que acababa de llegar llorando y con los ojos muy abiertos…
Esos momentos han sido los mejores de mi vida.
La subida de la leche fue otro cantar: toda la noche sin dormir sacándome leche manualmente para aliviar la presión… La leche salía a chorros y me pasé más de un día empapando camisetas… A medida que Dylan mamaba, los pezones se sensibilizaban más y yo pensaba que eso de dormirse con el niño a la teta, con lo que dolía, era imposible…
Me compré un cojín de lactancia que me alivió mucho y me apoyé en los consejos de mis comadronas que me ayudaron enormemente en todo el proceso… No conseguía encontrarle el punto a eso de dar de mamar, era un sufrimiento… que valía la pena, eso sí. Mirando a Dylan, cuando ya conseguía relajarme a mitad de la tetada, reponía fuerzas. Supongo que se juntaba todo, el cansancio acumulado, la falta de práctica y un poco la sorpresa de que aquello fuera tan doloroso: todo el mundo me había hablado maravillas de la lactancia (o yo me había quedado solo con esos comentarios porque era la realidad que deseaba).
Al principio daba de mamar a Dylan tranquilamente en la cama, en brazos, porque tumbado todavía no nos apañábamos. Pasaron los días y fui dándole en el sofá, con gente… Como pasaba tanto tiempo en la teta si quería socializar mínimamente tenía que buscar la manera.
Y así, con paciencia, llegué a donde estamos ahora: tomamos teta a cualquier hora, en cualquier postura, en cualquier lugar y siempre me encanta… No quiero que se acabe este periodo de lactancia, me encanta sentirle y dormir con él enganchado a mí…
La naturaleza es abrumadora y me parece más increíble cada día que pasa. Si confiamos en esa fuerza, todo es más fácil: tenemos tetas para dar de mamar y criar sanos a nuestros hijos, toda mujer tiene ese privilegio, aunque cueste, merece la pena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario